lunes, 19 de diciembre de 2016

CUANDO ÉRAMOS INGENUOS



- Mujeres muertas aquí, en nuestras ciudades y pueblos, casi cada día.
- Muertos en una absurda (todas lo son) guerra en Siria que no se acaba porque no debe interesar.
- Otras guerras olvidadas siguen destrozando vidas de personas.
- Muertos cruzando el Mediterráneo huyendo del horror.
- Una ameba aneuronal votada por millones de personas gobierna el país más poderoso de la tierra. Otras amebas con no más neuronas siguen gobernando otros países y estados menos poderosos.
- El Fundamentalismo Islámico acaba con etnias y pueblos enteros, arrasa restos históricos, tortura mujeres y niños antes de matarlos.
- Políticos corruptos, ineptos, populistas, manipuladores y sin programas gobiernan países, estados y regiones con los votos de los millones de personas a las que empobrecen y cercenan derechos y libertades mientras políticos honrados que son la voz del pueblo son procesados por serlo.
- Aumento alarmante del fascismo y del populismo entre las clases trabajadoras, depauperadas y condenadas a la pobreza y cada día a menos derechos y libertades.
- Aumento de las agresiones machistas. Las televisiones venden, como si tal cosa, machismo en todas las franjas horarias.
- Aumento de la homofobia y de la “Homofobia de Estado” en algunos lugares.
- Aumento de la incultura. Preocupa que buena parte de la población en lugar de leer y formarse se enorgullezca de su incultura.
- Clima de violencia, de incertidumbre, de miedo: atentados inesperados, ataques sin sentido (la violencia nunca lo tiene), muertes…
- Manipulación por redes sociales, por algunas cadenas de televisión (también las hay que informan y e incluso realizan encomiables acciones sociales). Mentiras que se mueven como verdades porque a muchos La Verdad no les importa.

Claro que hay muchas cosas positivas. Si las enumero seguro que la lista es mayor. Afortunadamente.

Hubo un tiempo en el que éramos ingenuos. Unos años, tras décadas de postguerra creímos que la historia sólo podía avanzar, que no era cíclica. Que las profecías de Huxley y Orwell nunca se cumplirían. Unos años en los que estábamos convencidos que cada día seríamos más cultos, más felices, mejores personas y haríamos del mundo un lugar bello y habitable.
Si pienso en una imagen que resuma aquella ingenuidad esperanzada pienso en “Fama”, aquella serie de los años 80.



Me pregunto porqué hemos perdido la ingenuidad en sólo unos pocos años. ¿En qué punto del camino nos hemos perdido?
¿No deberíamos sacar de nuestra vida y de la sociedad a todos los despreciables que son la fuente de violencia, de mentira, de manipulación, de corrupción, de incertidumbre y de miedo?..

miércoles, 30 de noviembre de 2016

DÍA MUNDIAL DEL ESTIGMA



Te voy a hacer unas preguntas:

¿Tendrías una relación de pareja con una persona diabética?
¿Dejarías de comprar en una tienda en la que trabaja alguien que tiene psoriasis?
¿Si a quien comparte piso contigo le diagnostican un cáncer tendrías miedo y cambiarías la manera de convivir?
¿Crees que las personas que tienen hepatitis son un peligro, o que si viven con ese virus se lo merecen por llevar un estilo de vida concreto?

Plantear esas preguntas es absurdo. Pero… ¿y si cambiamos “diabetes” “psoriasis”, “cáncer” y “hepatitis” por “VIH”?..
Seguro que, como eres buena gente, te parece una barbaridad.
O no.
Tal vez, desde algún rinconcito lejano de tu mente una vocecilla susurre “puede haber algo de razón. Tal vez haya peligro; mejor tener cuidado con quienes tienen el virus del SIDA”.
”El virus del SIDA”…Uno de los grandes temores de las últimas décadas.
Una infección tan temida que su miedo tiene nombre: “Serofobia”. El odio y el rechazo a las personas que viven con VIH se llama así: “serofobia”. Aunque temer o rechazar a alguien que vive con un virus más que una “fobia”; es simplemente imbecilidad con mucha desinformación.
Según un interesante estudio de la sociedad “Seisida” que puedes consultar y descargarte en este enlace:
http://trabajandoenpositivo.org/documentos/biblioteca/3CreenciasActitudes.pdf
un porcentaje considerable de la población española rechazaría a personas que viven con VIH en el trabajo, la escuela, la convivencia o las relaciones.
Desde hace tiempo me pregunto si ese rechazo es sólo por miedo a infectarse con un virus que, con los tratamientos actuales, no tiene la carga de muerte de los primeros años de la pandemia.
Me temo que el estigma hacia las personas que viven con VIH sea el fruto del insistente mensaje de rechazo hacia determinadas conductas.
A principios de los años 80 cuando se conocieron los primeros casos de SIDA se unieron a heroinómanos y homosexuales (en menor medida a haitianos ¿! y hemofílicos), “gentes de mal vivir”. El SIDA era el “justo castigo a su conducta desordenada” (sic). Mientras drogadictos y maricas se infectaban y morían por el SIDA las “personas decentes” estaban a salvo.
Pero, claro, con eso pasó lo que con los orígenes a principios de la década de 1920: un virus propio de unos simios llegó a infectar humanos porque alguien “hizo algo” con algún simio…
En los años 80 también: “alguien decente” hizo algo con algún drogadicto u homosexual de mala vida (nos podemos imaginar qué…tal vez compartir una jeringuilla…) y el virus temido se difundió por la sociedad.
Cabría pensar que desde ese momento la serfobia desaparecía ya que todas las personas de la sociedad que tuviesen determinadas prácticas podrían infectarse del virus. Pero en el imaginario colectivo, bien desinformado, sigue asociándose vivir con VIH a un estilo de vida concreto que es el que se rechaza con el VIH.
He escrito varias veces “desinformación”, sí, desinformación.
Sobre todo alrededor del Día Mundial del SIDA. Duelen los ojos y los oídos cada vez que se lee y se escucha a periodistas e incluso médicos “contagio del SIDA” en lugar de “transmisión del VIH”. Porque como todo el mundo sabe (o más bien debería saber):
¡¡¡NO SE CONTAGIA EL SIDA. SE TRANSMITE EL VIH!!!
¿Por qué me pongo así? te preguntarás ¿qué importancia tiene diferenciar entre “contagio” y “transmisión”?
Mucha porque, y es triste tener que seguir con ello a estas alturas, no te infectarás de VIH si trabajas, estudias, juegas, o convives con alguien que vive con ese virus. A ti no te pasará nada, pero a quien vive el rechazo le genera un gran sufrimiento.

Podría comentar que hay que exigir a los gobiernos políticas sanitarias determinadas, podría explicar que hacerse la prueba de detección es una gran herramienta ya que conocer el estado serológico y tomar la TARGA hace bajar la carga viral individual y también la “carga viral comunitaria” lo cual ayuda a frenar la pandemia, podría hablar de CD4, de ELISA de 4ª Generación, de recuento de virus, de…

Pero, para no alargarme ya que son datos que puedes encontrar, prefiero lanzarte una última pregunta. Imagínate que no tienes el virus del VIH, que conoces a una persona que sí lo tiene y os enamoráis ¿te la perderías sólo por un virus?..


jueves, 13 de octubre de 2016

LA ABUELA



- Ya me explicarás qué es eso de que “a veces la vida te trae sorpresas” del mensaje. Lo que ocurre es que me siento solo lejos de todos vosotros, tú en Barcelona, yo en Madrid, el resto de familia en el pueblo y encima teniendo que hacerlo todo. Si casi no sé cocinar. Bueno ¿qué pasa? Abrir una lata de albóndigas y ponerla, sin lata claro, en el microondas también tiene su arte.
Sí, supongo que me acostumbraré. Que remedio. Te tengo que dejar, Anna, que llaman a la puerta. No, no espero a nadie. Venga, hablamos. Yo también te quiero, ya lo sabes. Un beso.-

Abrí la puerta pensando que sería algún vendedor de esos pesados que no sabes como quitarte de encima o tal vez los timadores del rollo del gas, pero...A veces la vida te trae sorpresas. Bueno, la vida, el tren...

- ¡Abuela! ¿Pero qué haces tú aquí? ¿Y con ese pedazo de maleta?
- ¿Es que no vas a dejarme entrar o qué?
- Claro, pasa. Pero...

Nada más llegar va directa, sin conocer mi pequeño y destartalado pisito, a la habitación de invitados suelta la maleta y se materializa en la cocina. Intentando recuperarme del impacto de su presencia la veo husmeando en la nevera y abriendo todos los armarios. A la vez. Parece mentira que a sus 85 años pueda seguir siendo “la más rápida de este lado del Mississippi”. Y del otro. No sólo es capaz de hacer muchas más de dos cosas a la vez sino que, mientras, se entera de lo que tú haces y te corrige. ¡A buena parte!

- Lo que me temía. Comes porquerías de sobre y mierdas precocinadas; nada de pescado, ni frutas ni verduras. Sólo a base de fritos. No planchas la ropa, casi no limpias...Si ya lo sabía yo. Así no vamos a ningún sitio. Menos mal que he llegado a tiempo.

Si no la conociese me sorprendería. No lleva ni dos minutos en casa y ya ha realizado un análisis exhaustivo de todos mis hábitos básicos y eso sin necesidad de “analizar mis heces” ni buscar pruebas con guantes de goma por los rincones en plan CSI. ¡Aficionados!
Supongo que el hecho de que en mi nevera sólo haya pizzas y algunos yogures y en mis armarios sobres de sopa y latas de conservas ayuda. La simple observación de varias camisas llenas de arrugas encima de una silla así como de un montón de bolas de “una especie de masa informe parecida a peluches” que hace semanas se mueve y engorda por los rincones del piso también tiene algo que ver.


- Mira, Andrés, voy a serte sincera. Tus padres y yo estábamos preocupados por ti. Pero cuando tu hermana nos comentó que durante los años de carrera mientras viviste con ella le ayudabas, sí, pero no sabía como ibas a desenvolverte solo, decidimos que necesitabas una ayuda. En esta casa hace falta una mujer. Una mujer que te ponga en tu sitio y te enseñe a hacer las cosas como es debido. Como tu madre no va a dejar su trabajo por enseñarte lo que no te dio la gana de aprender en 23 años aquí estoy yo. Pensaba que venía un mes de vacaciones a Madrid pero ya veo que nada de vacaciones. ¡Acabáis conmigo!
¿Es que no piensas decir nada ni ofrecerme algo después del viaje? No claro, si tienes la nevera vacía. Ya me cojo yo el vaso de agua. Supongo que no te importa que use tu taza o lo que sea esto, no voy a beber del grifo a morro...

¡UN MES! ¡Piensa quedarse un mes! A mi me va a dar algo.

Lo primero, sin deshacer siquiera su equipaje, fue ir al supermercado. Y a la frutería. Y a la pescadería. Y a buscar un horno donde venden pan, que a la señora el pan precocido de supermercado no le gusta. Y a la charcutería...Nunca había imaginado que hubiese tantas tiendas especializadas sólo para comprar comida. Ni que la carne o el pescado que comemos no sale de bandejas del súper sino de grandes trozos que venden en tiendas y cortan a tu gusto. Todo un mundo esto de hacer la compra.
Pero quedaba mucho día por delante. Y siempre hay un Ikea cerca. Nada más entrar fui directo a por unas tartaletas de chocolate con una pinta fantástica. Me lo impidió con el “A.A.I.”= “Argumento Abuela Infalible”:
- Ni se te ocurra comprar esa porquería. ¿A saber qué le ponen? Seguro que mierda. Ya te haré yo un pastel de chocolate casero. Pero primero te tendrás que comer un potaje de lentejas.

Salimos del Ikea con todo: cortinas, vasos, ollas, platos, cubiertos, lámparas, un mueble para “poner cositas” en el baño, un juego de cortinas para la ducha, fregonas, dos escobas, un par de cubos...
Y yo con un dolor de cabeza insoportable.
Antes de llegar casa pasamos por delante de una floristería. Me hace parar en seco. Media docena de plantas, dos de interior y el resto para el mini balcón , casi hacen que empotrase el coche contra el de delante pero “me van a alegrar la vida”...

Los siguientes días fueron un ajetreo tan maravilloso como agotador. Llegar a casa cansado del trabajo y encontrar que tienes un organigrama preparado con:

1-  “Curso Básico cocina utilizando vegetales y pescado” que se irá complicando a medida que pasen las jornadas hasta llegar al Examen de Doctorado: “Preparación de la Cena de Navidad para un grupo diverso”. Para mi desolación descongelar pizzas en el horno o calentar comida en el microondas, lo único que sé hacer, no lo considera cocinar.

2- “Curso de plancha: tejanos, camisas y camisetas: Los jerséis no se planchan”; el Máster será “Camisas de seda, tejidos delicados y sábanas”. Si se aprende a planchar las sábanas correctamente y a doblarlas uno solo se sube nota.

3- “Curso de limpieza”. Los temas “cocina y baño” así como el apartado “rincones y debajo de los muebles” son imprescindibles. Si se desconoce la utilidad de todos los compartimentos de la lavadora así como de las etiquetas de la ropa o no se separa blanca y de color, no se aprueba. Se siente.

4- “Curso de organización. Los calzoncillos en su cajón, los calcetines en el suyo”. Fundamental el tema: “Si doblas la ropa aprovechas el espacio del armario y no tienes que plancharla dos veces”.

5- “Curso de costura. Un roto, un descosido, una aguja.” Muy interesante saber que “los calcetines también se cosen” (por fin descubro la utilidad de unos “misteriosos huevos de madera” que de niño veía en los costureros de mi madre y mi abuela) y que “cuando un tejano se rompe entre las piernas se puede remendar y apenas se aprecia”
Mención aparte ya que “me examinaré” en el futuro después de practicar mucho merecen:
    5. a)- “El bordado: usos diversos. Si bordas y coses tus propias cortinas tu casa tendrá un aspecto personal y único”.
   
5. b)- “Tejer bufandas, mantas o jerséis elimina el stress”.

¿Cómo no voy a quererla? si cuando, en uno de sus arrebatos de orden, descubrió unos juguetes y unas revistas en un cajón entre pañuelos, tabaco, ropa interior y recuerdos varios me dijo:

- Los artefactos, geles, revistas y esas cosas, te los he puesto en el segundo cajón de tu mesita de noche. Mejor que tengas un espacio sólo para ellos y así siempre los encontrarás, no se te estropearán y estarán limpios.
¡Y no te pongas colorado! Que soy tu abuela y te conozco más que de sobras, hombre.

A mis 23 años es la primera vez que me enfrento a la vida en solitario. Tengo un buen trabajo, pero “con eso de ser un chico” nunca presté demasiada atención a las cosas de casa. Llegar a una nueva ciudad lejos de los tuyos y sin saber ni como cocinar por más título universitario que tengas te crea una dura sensación de desamparo. Hay tardes de domingo en las que sólo me siento en el sofá de casa, solo, llorando. Perdido...

Reconozco que cuando la abuela, María, apareció como un torbellino en casa, me asusté. ¿Qué iba a pensar de mi forma de vivir? Tendría que esconder a mis ligues, se enteraría de cosas, yo debería cambiar mis hábitos para estar con ella y hacerle compañía...
Llegar de la oficina y encontrar la luz encendida, el olor a limpio y el aroma de sus guisos...
Y reírme con ella. Y conocerla. Y aprender de su sabiduría. Y tener una amiga y una cómplice. Si hasta les ha enseñado a cocinar y a coser a mis amigos que están entusiasmados con ella.
Le encanta el Museo del Prado. Puede pasarse horas contemplando extasiada su cuadro favorito: “Las Meninas”. Comer helado de frutas del bosque y chocolate paseando por El Paseo del Prado y por Chueca a partir de ahora va ser especial.

- No llores, tonto. Si nos vamos a volver a ver dentro de nada: en tres semanas vendrás a casa a pasar los cuatro días de Semana Santa. Además me llevo una copia de las llaves. Cualquier día cuando vuelvas del trabajo me encuentras haciendo un puchero de esas lentejas con puerro que tanto te gustan. ¡Que narices! Yo ya te trabajado bastante. Mejor me las preparas tú a mi. Te llamaré y te pediré me expliques qué cocinas y si limpias. Ah y quiero que acabes la bufanda esa tan bonita que me estás haciendo y que tienes escondida.

Abrazo la cortina bordada que adorna mi salita. Aún huele a ti. Este domingo no me siento solo. Me voy a poner a cocinar pescado con algún tipo de salsa de las que me has enseñado.
Mientras paso la tarde tejiendo tu “bufanda sorpresa” no hay lágrimas. No dejo de sonreír. Han sido los tres meses mejores de mi vida.
Buen viaje, abuela. Pronto nos veremos.


miércoles, 5 de octubre de 2016

CUANDO NO PUEDAS MÁS ¡CAMINA!



Cansado del duro trabajo del día el lobo esperaba, impaciente, las ansiadas buenas noticias que esa tarde no llegaron. La tierra se abría bajo sus pies. Las cosas habían mejorado pero faltaba algo muy importante que no acababa de concretarse.
Agobiado, se montó en una bicicleta camino del sitio en el que vivía. Al cruzar el puente de Felip II el sonido del tren por debajo le estremeció con la tentación de tirar la toalla…
Siguió pedaleando hasta aparcar la bicicleta en el lugar habitual.
Aunque tenía frío, estaba hambriento y cansado no quería regresar al lugar en el que vivía. Se sabía demasiado agobiado como para poder hacerlo.
Decidió que necesitaba ver la ciudad que amaba desde el Mirador del Búnker del Carmel. De noche. Subió por Nou Barris y se perdió en el dédalo de calles. Cuando se dio cuenta que no sabía donde estaba simplemente dejó de pensar en ello. Su afinado instinto lobuno le llevó a la calle correcta. La ascendió repitiéndose que no tenía fuerzas, que no podía más. Alguien que se cruzó con él le miró con recelo.
Penetró en el parque del Turó de La Rovira entrada ya la noche. La humedad le empapaba la camisa. Aquel inmenso bosque, sólo iluminado por las luces de la ciudad a sus pies, daba respeto.
Pero el lobo esa noche, perdido en el bosque, a oscuras, repitiendo una oración mil veces repetida, hipando babas, sintiendo que no podía más, no tenía miedo al bosque. Tras un largo rato caminando en tinieblas por los senderos, a punto ya de llegar al mirador, se cruzó con una persona que corría. Ignoró la atalaya, que imaginó llena de turistas felices haciéndose fotos bajo la luna, y regresó a la oscuridad curadora del bosque.
De vez en cuando contemplaba, maravillado, la imponente ciudad que hacía años le había cautivado. Se olvidó del tiempo. En aquel instante sólo existía él dentro de la negrura y a sus pies, iluminada, “La Ciudad”.
Poco a poco, sin percatarse de ello, dejó de repetirse que no podía más. Poco a poco dejó de repetir la oración. Sólo experimentaba al bosque regalándole su energía y su consuelo.
Estuvo tentado a sentarse junto al tronco de un árbol y pernoctar allí, pero desistió: iba en mangas de camisa y la noche de otoño era demasiado húmeda.
Mientras su mente, embelesada, escuchaba al bosque, sus pies le llevaron de vuelta a la ciudad.
Cuando pisó de nuevo el asfalto, tras haber caminando sin tiempo a oscuras por los senderos del bosque, cayó en la cuenta que el agobio había dejado paso a la tranquilidad; que el miedo y el cansancio se habían tornado fuerza.
”Ella” le telefoneó. Por algún extraño motivo siempre lo hacía cuando él tenía un mal momento. Era como si lo supiese. Tenían una conexión muy intensa pese a vivir a varios cientos de kilómetros de distancia y verse menos de lo que quisieran. Cuando le explicó parte de su día se escuchó decir a sí mismo:
- Estaba agobiado, me sentía sin fuerzas y he subido al bosque. Lo necesitaba. Ahora ya estoy bien.
El lobo amaba aquella ciudad que acababa de contemplar extasiado a sus pies. También sabía que cuando no podía más sólo tenía que acercarse al bosque más cercano para recomponerse.
El bosque le nutría de vida.
Llegando al lugar en el que vivía se percató que cuando se sentía con menos fuerzas era cuando más fuerzas tenía.
Ese había sido el regalo del bosque, a oscuras, esa húmeda noche de otoño:
- Cuando no puedas más ¡camina! Eres más fuerte de lo que crees.


miércoles, 28 de septiembre de 2016

UNA CAMPAÑA VOMITIVA ¿LEEMOS EN PROFUNDIDAD?



La primera vez que lo ves, si además estás haciendo otras cosas, piensas: “¡que bueno! Dice verdades como puños. Describe la hipocresía de este país llamado España”. Pero aún así crees que “se te escapa algo”…
Después de reflexionar durante dos minutos te das cuenta de lo que es.

¿Un anuncio de un evento de pornografía/prostitución queriendo dar lecciones de coherencia y tildando de “hipócritas” otras realidades?..
Más allá de mostrar los tópicos: toros-políticos-iglesia católica-fútbol como epítome de la hipocresía, se presentan ellos, la industria de la pornografía/prostitución, como única opción coherente y quasi “salvadora”. ?!!!


Sí, es cierto: vivimos en un país en el que los toros siguen existiendo, hay personas en la iglesia católica que son un desastre, buena parte de la política es corrupción y en parte del fútbol hay homofobia ¿Y? ¿Es que acaso eso no lo sabemos de sobra? ¿Resulta que tiene que venir el Salón del Porno a…”abrirnos los ojos” sobre las miserias de nuestra sociedad??? Mejor que me ría…

El mundo de la pornografía/prostitución se permite criticar y aleccionar cuando es la realidad más opaca y lumpen que existe en nuestra sociedad.
Una realidad machista que cosifica la mujer convirtiéndola en objeto (en la acepción más estricta del término) para el disfrute del macho.
Una realidad oscura que mueve ingentes cantidades de dinero sin declarar, que “presuntamente” casi siempre va ligada al narcotráfico y a la compraventa de personas.
Una realidad que, en el caso del evento de la campaña de marras en lugar de contratar trabajadores “presuntamente también” ha buscado “voluntarios”, como si de una ONG se tratase, para que trabajen gratis a cambio de las entradas…

¿Y toda esta mierda se permite dar lecciones y llamar “hipócritas” (por más que lo sean) a otras realidades? ¡Venga va!

Lo que me molesta no es que lo hagan (cada cual debe poder hacer lo que quiera) sino que personas inteligentes lo difunden sin criticarlo como si fuese “la campaña definitiva que muestra la podredumbre de una sociedad”. Lástima que en esa campaña no se muestre la podredumbre de la industria de la porgnografía/prostitución.

Estas personas inteligentes que lo alaban lo hacen porque caen en el cepo. Es una campaña muy buena y muy bien hecha: música impactante, frases sencillas y lapidarias, estética contundente, verdades del barquero a medias y barriendo para casa. Como campaña resulta insuperable.

Sólo hay una cosa que puede superarla: leerla en profundidad.
Esta y todas, claro…

lunes, 26 de septiembre de 2016

¡PERO QUE PEQUEÑITO QUE ES!




- ¡LAS ACERAS. SON PARA LAS PERSONAS! ¡LAS ACERAS. SON PARA LAS PERSONAS!- Grita una y otra vez un único “manifestante” apostado en una acera del Paseo de Sant Joan de Barcelona un lunes de finales de septiembre hacia las 9 y pico de la noche. Cuando alguien en bici cruza grita aún con más fuerza.
- ¡SI SON PARA LAS PERSONAS BÁJATE TÚ DE LA ACERA Y DEJA DE DAR POR SACO, GILIPOLLAS!- Responde alguien desde un balcón.

En otra calle se para una moto. Una pareja discute. Él tira el casco al suelo y se va. Ella le recrimina cosas muy privadas. A gritos. El público:
- Pelas de novios.
- Más bien peleas de yonkis.
- ¿Yonkis? ¿Pero aún quedan?

Desde la ventana abierta de un tercer piso se oyen gritos. Otra discusión. Y sólo es lunes...

Delante de la Sagrada Familia. Varias personas esperando para cruzar una calle. Entre ellas una pareja oriental con un bebé de varios meses en un cochecito y una mujer occidental de unos sesenta y tantos años. Mira al bebé y exclama entre gritos:
- ¡PERO QUE PEQUEÑITO QUE ES!
No puedo evitar decirle:
- Señora, que es un bebé es normal que sea pequeño.
Respuesta lapidaria:
- Sí, ¡¡¡PERO ES QUE ESTE ES CHINO Y ES MUY PEQUEÑITO!!!
- Señora, los bebés chinos cuando nacen también son muy pequeñitos.
- Pero es que nunca había visto ninguno chino. ¡Que mono que es!
Los padres sonríen.
Me viene a la mente aquella anécdota que me explicaron de un conocido, ahora debe rondar los 44 años que, cuando empezaba a hablar hace como 42 años, en el mercado de Tarragona vio a un hombre centroafricano, lo tomó de la mano y le dijo a su madre, que casi se muere de la vergüenza:
- ¡Mamá! ¡Mira! ¡Es de verdad!

Estoy convencido que ni mi conocido cuando tenía dos años ni esta señora de sesenta y tantos lo han dicho por racismo ni con maldad alguna.
Sólo que tal vez no hemos cambiado demasiado…

Parado en una bici esperando que cambie el semáforo para poder cruzar la calle. Un chaval “gallito de pela”, que va a aparcar su moto en la acera decide que no le llegan los cinco metros de paso y tiene que meterse por los treinta centímetros que ocupo yo. Me hace el ademán de que me quite. Ni caso. Con imperativo tono de cabreo:
- ¿Te puedes apartar?
- Claro.
No muevo ni una ceja.
Nervioso:
- ¿Pero te vas a apartar o qué?
- Ya te he dicho que sí. En cuanto cambie el semáforo cruzo y me aparto.
Sigo sin moverme (por si alguien aún no se ha dado cuenta soy tauro) con lo cual no le queda más remedio que pasar por el espacio que le queda: sólo cinco metros.
Mientras aparca a mi lado, entre dientes, farfulla:
- Hijo de puta.
Entre dientes respondo:
- Pobre. Me ha confundido con su hermano.
Levanta la cabeza; mientras cruzo me giro y le clavo una mirada por encima de las gafas: mejor que los dos…”tengamos problemas de oído”…

Llego a casa. En el portal una pareja de Testigas. De Jehová. Me preguntan:
- Perdone, ¿sabe si en el quinto vive una familia de chinos?
Para mi que los vecinos chinos del quinto se traen algo extraño porque últimamente no para de preguntar gente por ellos.
- Pues no tengo ni idea. Pero por la Sagrada Familia acabo de ver a unos chinos con un bebé muy pequeñito-
Me miran sin comprender muy bien la tontería que les he soltado.
- ¡Ah, que bien! ¿Y usted? ¿No tendrá usted un momento?
Sonrío. Me lo han puesto fácil:
- No, lo siento. Yo no tengo cara de vivir en el quinto…
Buenas noches.

Definitivamente me encanta esta ciudad. Tiene infinidad de historias por todos los rincones.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

UNA IGLESIA QUE...¡VUELA!

“A mi m’agrada fer volar un estel
i veure com puja
puja cap al cel...”





(”A mi me gusta hacer volar una cometa
y ver como sube
sube hacia el cielo...”)

        Vicente repetía esta canción de esplai en su cabeza mientras trabajaba en el
huerto que tenía justo al lado de la iglesia del pueblo.
Limpiando zarzas en un rincón encontró un pequeño agujero que se fue ensanchando hasta tener la forma de un pozo redondo. Una vez arrancadas las plantas de puntas afiladas sacó la tierra para ver qué había debajo.
A un metro y medio de profundidad, bajo la capa de tierra, encontró escombros: piedras, trozos de cerámica y ladrillos. Capas y capas.
Las fue sacando bajando cada vez a más profundidad.

        Poco a poco fue descubriendo una bóveda semicircular de sillares perfectamente tallados. Llegó un momento en el que necesitó una escalera y cuerdas. Imaginaba que encontraría otra cisterna de época medieval o romana. El pueblo estaba lleno de ellas. Pero no fue así. A unos dos metros y medio de profundidad, y con un dolor de espalda considerable, Vicente encontró un suelo de piedra.

- Que extraño- se dijo- las cisternas suelen tener mucha mayor profundidad.

        Una vez limpio de escombros y polvo examinó detenidamente aquel espacio con su potente linterna de leds. Era una estancia circular de piedra bien tallada y pulida.
Tras pensar un rato qué debía ser aquel sitio llegó a la conclusión que sólo era un antiguo “pozo de hielo”, aquellos espacios generalmente bajo tierra pero también en construcciones alzadas que a partir de la Edad Media se llenaban de nieve y hielo en invierno y servían para conservar carne y alimentos durante meses; los precursores “ecológicos” de las neveras.





        Cuando se disponía a salir mientras imaginaba que allí pondría antiguos aperos del campo y lo taparía con una claraboya de cristal para que lo viesen los vecinos, la canción de su época de monitor de colonias seguía sonando en su cabeza:

“A mi m’agrada fer volar un estel
i veure com puja
puja cap al cel...”

Se dio cuenta que todavía quedaba un pequeño resto de cerámica clavado entre dos piedras, lo quitó para dejar toda la pared uniforme. Le costaba sacarlo, pero en lugar de molestarse, mientras tiraba seguía pensando:

“A mi m’agrada fer volar un estel
i veure com puja
puja cap al cel...”

        Cuando por fin lo arrancó sintió una bofetada de viento frío y notó como si se abriese una puerta.
En aquel mismo momento la iglesia barroca del pueblo, que estaba a escasos veinte metros del huerto de Vicente, hizo un ruido parecido a un “BRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR”, se elevó y salió volando. 
Como si de un globo que se desinfla se tratase, el viejo templo desapareció en el horizonte.

        Los habitantes del pueblo que lo vieron y oyeron primero se asustaron; después, muertos de miedo como si fuese una pesadilla, salieron corriendo hacia el lugar en el que, durante tres siglos, se había alzado majestuosa la iglesia de su pueblo.
En medio del rectángulo de forma de cruz latina que había ocupado el templo y que ahora sólo era un solar de tierra,  encontraron una cosa muy rara: su vecino Vicente, el del sastre, yacía espatarrado con cara de mareo, cubierto de polvo y cantando como si se hubiese caído dentro de un tonel de vino:

 “A mi m’agrada fer volar un estel
i veure com puja
puja cap al cel..."

Lo más extraño era que a su alrededor unos entes semitransparentes de color azulado, vestidos con hábitos de templarios, salían por un pasillo de piedra que procedía del huerto del propio Vicente.
Estos espíritus de templarios hacían un gesto en el suelo donde había estado la iglesia y salían volando en la misma dirección por la que había desaparecido esta.




          Poco a poco Vicente se fue despertando y se acercó a sus vecinos. Por algún motivo la procesión de espectros templarios no le daba miedo; sólo le cautivaba.
Al cabo de un buen rato salió, tras todos los fantasas, un templario con mitra y báculo de obispo que miró a los fascinados habitantes del pueblo y los bendijo.
En aquel momento se oyó un ruido ensordecedor y, en el lugar de la iglesia, se fue levantando hacia el cielo otra iglesia, esta en forma de cometa de ocho puntas que los habitantes del pueblo contemplaron con los ojos abiertos como platos.





          Cuando el nuevo templo templario ocupó el lugar de la iglesia barroca Tito, el del bar, dijo con su habitual voz cavernosa:
- ¡Pues nada que esto ya está! Al tajo todo el mundo. Que ya hemos perdido media tarde y tampoco hay para tanto.
Y todos se fueron a sus ocupaciones como si no hubiese pasado nada.
Unas cuantas mujeres del pueblo recogieron unas flores en la huerta de Amor, la del comercio, y mientras limpiaban la nueva iglesia, algo sucia por haber estado más de mil años en un espacio indeterminado entre el cielo y el suelo decían:

- Esta es mucho más bonita. ¡Donde vamos a parar!
- Claro que sí, Josefina- dijo Marisa- Ahora sólo falta que cambien al Papa y que el nuevo nos deje ser curas a las mujeres que ya es hora. Y no es que me queje de hacer la limpieza, pero los hombres también tienen dos manos y pueden aprender a meter flores en tarros. Empezando por mi marido.

          Vicente, el del sastre, volvió al pozo de hielo de su huerto donde estaba trabajando cuando aconteció ese hecho tan peculiar. Lo encontró distinto. Estaba tapado por una claraboya de cristal bajo la cual se podía ver una sacristía llena de vitrinas con reliquias que habían traído los templarios de Tierra Santa; había también una puerta que daba a un pasillo que la comunicaba con la iglesa.
- Mejor- se dijo- así me ahorro andar buscando aperos de labranza para decorarla y tener que limpiarla cada dos por tres.

 Dicen que la iglesia de aquel pueblo de frontera a partir del día en el que Vicente, el del sastre, abrió la puerta escondida siguió volando, como si fuese una IVNI (Iglesia Volante No Identificada), por todo el mundo hasta que encontró un lugar definitivo en el que era necesaria una renovación importante de La Iglesia.

Dicen también que aterrizó dentro de un jardín del Vaticano...
Eso dicen.
Vete tú a saber...

miércoles, 14 de septiembre de 2016

"ESTO" ES UN CASTAÑO


Sí. Aunque no lo parezca. Es un castaño común. De esos "arbolitos que dan castañas"...
Esa especie de hilito unido a una castaña, con minúsculas raíces y cuatro hojas que salen de un tallo más fino que el de una hierba, plantado en tierra adecuada, regado en su momento, abonado cuando toca y cuidado de los depredadores (desde el ganado a las orugas), dentro de bastantes años será un frondoso árbol que nos regalará sus frutos, su sombra, su madera. Que albergará nidos de pájaros entre sus ramas o madrigueras de roedores junto a su tronco y con sus sólidas raíces sujetará la tierra.
Quizá dentro de varios cientos de años, si ha sobrevivido a los incendios, a las sequías o a las talas, su enorme tronco siga expresando la maravilla de La Vida. La misma que el ser humano a menudo se empeña en hacer bailar de un hilo, cuando no directamente en destruir porque sí.
Todo esto suena a obviedad pero a menudo en la ciudad tendemos a pensar que somos el centro y la medida de todo. Y...“no es del todo así”...


La naturaleza me llevó a esta minúscula planta de castaño, en medio de un camino, para que la recuperase. Si con mis cuidados llega a enraizar, quizá dentro de 15 años pueda recoger sus deliciosos frutos.  Lo que es seguro es que vivirá mucho más que yo. Y, cuando hayan pasado muchos años y mi vida ya no sea ni un recuerdo, el castaño soberbio seguirá ofreciendo sus frutos, su sombra y su madera a quienes pasen y al verlo imponente, bien anclado en el suelo y con los dedos de sus ramas acariciando el viento, les costará pensar que un día fue un hilito unido a una castaña, con minúsculas raíces y cuatro hojas que salían de un tallo más fino que el de una hierba, que un ya olvidado loco amante de La Vida rescató, siglos atrás, de un camino, mimó y cuidó simplemente porque sí.
Y de alguna forma, pese a ser sólo un simple intermediario, estaré entre sus raíces ancladas firmes en el suelo y con sus ramas acariciando el viento. O al menos es bonito imaginar que así sea.
En cualquier caso los cuidados y los mimos habrán valido la pena.
Siempre es gratificante amar porque sí...
Decía D. Elton Trueblood: “Cuando un hombre planta árboles bajo los cuales sabe muy bien que nunca se sentará ha empezado a descubrir el significado de la vida”.

¿Qué os parece?

lunes, 5 de septiembre de 2016

LOS VIENTRES NO SE ALQUILAN. GESTACIÓN SUBROGADA.



- ¡Que fuerte Pepi! Me he enterado que hay mujeres que alquilan sus vientres para ganar mucho dinero y que otros puedan tener hijos. Se ve que políticos y líderes sociales que dicen que son progresistas se oponen a ello porque según ellos atenta contra la libertad de las mujeres. La verdad es que no entiendo nada.
¿Cómo se puede “alquilar un vientre”? ¡Ni que fuera una moto! ¿Cuando lo alquilan ganan tanta pasta como se dice? ¿Los niños se compran y se venden? ¿Por qué los “progres con carné” no lo quieren? ¿Es que se obliga a las mujeres a hacerlo? ¿Por qué se puede hacer en algunos países y en otros no? Ufff…Todo esto es muy complicado.

- ¡Que va a ser complicado, Matías!
Te lo explico en un momento.
Hay personas que no pueden tener hijos de forma natural porque o bien tienen problemas de esterilidad o bien porque son parejas masculinas u hombres gais o heteros sin pareja.
Algunas de estas personas a veces quieren tener hijos. ¿Podrían adoptarlos? Ciertamente. Pero… ¿por qué todo el mundo va a tener que ser igual? Además hay gente que quiere experimentar ser madre o padre desde antes de que la criatura haya nacido. ¿Porqué impedirlo si contamos con los medios para que estas personas puedan acceder a tener sus propios hijos e hijas? ¿Qué pasa que quienes se lo impiden son…”más personas” o pagan más impuestos o algo?..

- Ya, Pepi, si eso lo entiendo; pero lo de alquilar un vientre…
- ¿Qué tontería es esa? ¡Se alquilan los pisos o los coches! Las personas o las partes de las personas no se pueden alquilar.

- Entonces ¿Cómo es eso de lo de los vientres de alquiler?
- Para empezar el término “vientres de alquiler” es incorrecto. El correcto es “Gestación subrogada”. Vale, la palabrita se las trae pero simplemente quiere decir “sustituida”. Durante el proceso de Gestación Subrogada se sustituye a los padres que no pueden serlo de forma natural, por una madre que sí puede serlo. Es sólo eso.



- Vale, pero… ¿el hijo o la hija es de la “señora gestante sustituta”?
- No. Es de los padres, o madres que han creado todo el proceso. La gestante sólo gesta a la criatura. Hay variables: el óvulo puede ser de la madre, o puede ser el de una donante (en el caso de parejas heterosexuales estériles, de parejas gais, o de hombres solos) pero NUNCA es de la gestante.

- Lo voy pillando: óvulo de donante, útero de gestante.
- Eso es.

- Lo que me pone la piel de gallina es lo del dinero, lo del alquiler, el vender el hijo…
- ¿Tú eres donante de sangre y has dado esperma alguna vez, verdad?
- Ya sabes que sí.
- ¿Verdad que te han dado algo por hacerlo?
- Sí, claro: por dar sangre te dan una chuche al final, a veces un llavero de recuerdo; por dar semen unos 30€. Pero en el tema del que hablamos se habla de mucho dinero.
- Claro: las donaciones no se pagan. Se da una compensación, en función del tipo de donación, por las molestias y el tiempo invertido A más molestia la compensación es mayor. No es lo mismo donar óvulos que semen. Lo que no entiendo es como a los donantes de semen os pagan si “la molestia no es muy grande” precisamente…Pero ese es otro tema.

- Ya Pepi. Pero repito: que se les da un pastón. Que se habla de cien mil euros o más. Que sólo pueden acceder a eso quienes son muy ricos.
- Para empezar no siempre es tan elevada la cantidad. Pero si el precio total es muy grande es porque no se puede realizar en todos los países.
Quienes viven en España pueden acceder a la subrogación en EUA, Canadá, Grecia, Ucrania o Rusia. También en la India pero esa opción no es recomendable para ninguna de las partes.
Resulta que el proceso tiene unos costes. Compensación a la donante, proceso de la donante y agencia que tramita la donación, agencia que tramita el proceso de la gestante, compensación a la gestante, costes del embarazo, del parto, papeleo y permisos, viajes…En países como EUA en los que la sanidad es privada eso es mucho dinero. Sólo los viajes ya son una pasta.
En Canadá, Grecia o Ucrania el proceso es más barato, claro. Pero tampoco es gratis.

- Creo que lo voy pillando. ¿O sea que esos ciento y pico mil euros no van a una señora por parir un hijo y venderlo?
- ¡Pues claro que no! ¡Sólo faltaría! Aquí nadie vende nada.
La gestante en Estados Unidos puede recibir entre 10 y 30 mil. En Canadá y Grecia está prohibido que reciba compensación más allá de los gastos ocasionados con el embarazo y en Ucrania y Rusia hay un tope en unos 15 mil euros.
Si piensas que a ti te dan 30€ del ala por eyacular en un bote tampoco es tanto dinero…

- Pues no. Pero a mi que me sigan dando los 30€ que mal no me van. ¿Y si la gestante se dedica a vivir de eso? Diez mil al año no está tan mal…
- Hombre pues sí que lo está si es por toda la movida hormonal que supone un embarazo, sí. Para evitarlo hay un tope de gestaciones y por otro lado se busca que sean mujeres con una cierta solvencia económica para que no necesiten vivir de ello.

- Ah, mucho mejor. Pero… ¿y si se encariña de la criatura? Vale que no es suya pero puede pasar.
- Sí, claro. Todo puede pasar. También puede pasar que ahora mismo caiga un trozo de un satélite y acabemos esta interesante conversación. Para evitarlo, lo de que la gestante se encariñe con la criatura, lo del satélite no puede evitarse, las agencias buscan mujeres que comprendan lo que van a hacer, que hayan tenido sus propias hijas e hijos a los que querer, con una afectividad madura…Está todo muy bien elaborado y sin dejar flecos al azar.

- Ahora lo he entendido. Lo que no comprendo es dónde está el problema. Quiero decir que porqué no se puede hacer aquí. Imagino que si pudiese hacerse aquí todo ese proceso en la sanidad pública, sería mucho menos costoso. Para empezar quienes quisiesen hacerlo se ahorrarían viajes y todo lo que ello conlleva.
- Pues sí. Así es. ¿Qué dónde está el problema? ¿Y tú me lo preguntas? ¿Tú que vives en el país en el que hasta los progres van a los toros sin sonrojarse? El problema está ahí precisamente: en que en España hay progres que van los toros y se quedan tan anchos.
El problema son algunas personas que quieren derechos para sí pero no para otros. El problema es que hay personas que no entienden eso tan sencillo que te acabo de explicar. Y no porque no puedan sino porque no les da la gana. Se llaman “INTOLERANTES”, y eso por ser suaves, que se me ocurren otros adjetivos...
Intolerantes a secas. Que tampoco tienen nada que ver con el feminismo ya que nadie pide la “subrogación obligatoria” sino que aquí quien desee hacerlo pueda hacerlo. Que quien quiera parir para ayudar a otros pueda parir si es su deseo y sin que se lo impidan.

¿Dónde está el problema, dices? Dos o una personas quieren tener un hijo, otras dos personas les ayudan con su óvulo y con su útero. Al final quienes querían ser padres/madres tienen a su criatura y las otras dos han sido recompensadas por hacer una buena acción. Esa es la recompensa definitiva de la subrogación: ayudar a otras personas.
Lo que pasa es que el altruismo no lo entiende cualquiera.


- ¡Pues no! Por cierto, me voy que llego tarde a la donación.
- ¡¡¡Marrano!!! No hacía falta que me lo dijeras. Ains…
- De sangre, mal pensada.



martes, 30 de agosto de 2016

MORAS Y MANZANAS VOLVIENDO DEL RÍO




Cuando éramos niños y adolescentes, allá en La Aldea de los Lobos, las tardes de verano se pasaban en el río.
A las cuatro bajábamos a pozas de gélidas aguas. Chapoteábamos sin parar y aprendíamos a nadar.
De vuelta, cuando se ponía el sol  y medio desmayados por el desgaste de energía, nos dábamos el atracón de moras de zarza y de manzanas, peras y uvas verdes convenientemente robadas en los huertos. Procurando, eso sí, no pisar los sembrados.
Al llegar a casa un bocadillo de chorizo o de nocilla eran, más que la merienda, el entremés de la cena y a ir con las bicis hasta que nos llamaban a la mesa.
Después de cenar íbamos al “Teleclub”. Los mayores (y nosotros cuando lo fuimos) poníamos música en un viejo tocadiscos o un radiocasete  y bailábamos. Como aquello no dejaba de ser un cierto “postureo aburrido” las más de las veces acabábamos jugando por el pueblo al escondite entre los huertos o, de adolescentes ya, salíamos a pasear por la vieja carretera para contar historias sentados en medio de la oscuridad de las noches veraniegas, bajo un impresionante cielo estrellado que contemplábamos maravillados.

No fui niño en la prehistoria, ni siquiera en la posguerra,  pero en poco tiempo han cambiado tanto…
Los niños que veranean en La Aldea de los Lobos ya no roban manzanas verdes y eso es preocupante…
Las y los preadolescentes de hoy bajan al río tarde. Antes de ir pasan por la tienda de donde salen cargados con grandes bolsas de chucherías. Muchos ya ni siquiera van porque encuentran el agua “demasiado fría”.
Les ves sentados en el prado un rato, no demasiado, jugando con los teléfonos y los videojuegos.
Regresan aún con el sol alto y van a conectarse a Internet al “cibercentro” municipal o donde encuentran “wifi”. En el colmo del absurdo, a veces miran fotos de rincones del Pueblo…desde un ordenador…ellos que lo tienen al lado, pero como se cansan, les da el sol o sudan no van…

Y las manzanas y las moras se pudren sin que nadie las coja o las robe, porqué los padres modernos, que tanto se quejan de la crisis y el poco dinero, lo sueltan a espuertas para “sanas chucherías”…

Por la noche los ves a las puertas del Teleclub bebiendo como cosacos, sentados; siempre sentados. Jugando con los malditos teléfonos.
Poniéndose bordes con algún adulto. Sabiendo que nadie les va a soltar el guantazo que quizá merecen.
A veces pasas al lado de un grupo y están en silencio: cada uno con su aparatito. Juntos y lejanos. En galaxias perdidas de lucecitas artificiales. Perdiéndose las constelaciones reales de estrellas vivas que titilan sobre sus cabezas…
Las niñas “ridículamente femeninas”. Los niños con la pose de garrulo matón que por lo visto es lo que les da atractivo.


Y las manzanas y las moras se hastían las noches fabulosas de estrellas en el Pueblo de los Lobos, sin que ningún niño las coma. Y las estrellas se empeñan en brillar para unos críos que sólo saben mirar hacia abajo a las limitadas pantallas artificiales perdiéndose la belleza del infinito sobre sus cabezas.

La noche de San Lorenzo regresaba a casa tarde. El grupito de púberes sentado en los bancos y las escaleras, con sus maquinitas. Una estrella fugaz recorrió el firmamento y no la vieron ensimismados como estaban con los aparatitos.
Sentí pena por ellos y pensé en gritarles que se dejaran de bobadas que fueran a pisar los huertos y a dejarse empapar por la lluvia celeste.
No lo hubiesen entendido…

Comprendí por qué se llaman  “Lágrimas de San Lorenzo” . El firmamento entero se conmueve cuando un niño no se sobrecoge ante su magnificencia.



Y las estrellas, las manzanas y las moras siguen gritando y llorando cada día y cada noche. Cada vez que esos jóvenes pierden tiempo y vista mirando una máquina y la salud comiendo porquerías.

Que malo es el dinero cuando no se sabe educar…

Debo ser raro porque a la vuelta del río las tardes de verano sigo dándome atracones de dulces moras de zarza y sigo robando manzanas verdes. A veces, como antaño, “me las voy a robar a mi mismo” a mis manzanos; como no se lo digo a mi padre da el pego…
No por sentirme niño, que no lo soy ni quiero, sino por sentirme vivo.
Por las noches sigo contemplando extasiado las estrellas que me hacen guiños; felices de que alguien las mire con asombro.
Y…sinceramente doy gracias a Dios por no ser niño ahora para no nadar en la abundancia material incluso en momentos de crisis. Y por haber tenido una familia que me enseñó a valorar lo que realmente importa.
 
¡Que bien saben las moras y las manzanas verdes robadas cuando vuelves del río!





lunes, 8 de agosto de 2016

EL ÚLTIMO AULLIDO

Luna llena de agosto. El viejo lobo trepa pesadamente a la cima de la piedra de las Piedras Negras. A sus pies el valle entero. Debajo, en la lejanía, el pueblo. Celebran una fiesta. La antigua lobera está iluminada. El viejo lobo, con su agudísima vista, otea en la noche las luces del otro lado del valle. Se tumba en la cálida piedra del verano disponiéndose a ser espectador. Su mente viaja.


En la lobera luces, música, comida, gente. Los habitantes del pueblo y los que durante el año viven lejos de él, han subido hasta la antigua trampa de lobos que se ha convertido, por una noche, en escenario de reencuentro. Allí celebran una sencilla y alegre fiesta. En el lugar bien iluminado suena música de gaitas mientras los asistentes comen carne de cordero y cabrito bien asados en el horno, acompañados de crujiente pan y bien regados con abundante vino. Tras el yantar, con los efluvios del vino danzando entre las piedras de la lobera, se animan a contar historias mil veces repetidas y siempre nuevas.
Historias de lobos.

- Pero no siempre fue así- piensa el viejo lobo que les observa atentamente desde lo alto de la roca más alta del otro lado del valle- 
No mucho tiempo atrás la arcaica lobera, hoy reclamo para turistas de tiempos globalizados que cuelgan sus fotos al instante en Internet desde el móvil última generación, era una trampa para lobos. Una trampa tan aparentemente inofensiva como efectiva. Una trampa hoy curiosa y otrora mortal.
- Sí, aquella fue mi primera gran aventura y el primer gran drama de mi vida- recuerda el viejo lobo- Ahí mismo perdí lo que más quería y casi perezco yo mismo. Tal vez habléis de mi con la soberbia que caracteriza a los humanos y sin pensar en el drama que originasteis.
- ...y entonces Pepe abrió la puerta creyendo que esa noche no había lobos pero había ¡Claro que los había! Y estaban agazapados junto a la puerta de tal manera que cuando abrió salieron cagando leches y llevándolo encima un buen trecho. Cuando por fin cayó de uno de ellos vio como se le llevaba la gorra que ya no apareció más y...
 Era la primera vez que salía a cazar con madre. Padre la había avisado que no se acercase al corral de encima del pueblo, que no era un sitio seguro. Pero era invierno. El clan pasaba hambre. Sus mastines cada vez nos azuzaban más y la caza era quasi inexistente. Madre saltó al corral en cuanto oyó una vieja cabra. Con ella saltamos dos de los jóvenes de la manada. Al caer madre se lastimó una pata. Mientras inspeccionábamos el terreno vimos atada a un árbol una vieja y enferma cabra aterrada. Pero nada más. Sólo paredes altas que nos impedían escapar. ¿Quién querría entretenerse a matar carne podrida cuando había que salir de allí? Agotados nos acercamos a la puerta cuando al amanecer oímos llegar a alguien.
El hombre asustado pesaba y gritaba hasta que cayó en unas piedras. Madre no podía andar. Con un trapo entre mis orejas me agazapé tratando de encontrar el momento de acercarme a madre para ayudarla a regresar al clan. Entonces llegaron. Sus ojos inyectados en odio y furia destrozando a la pobre loba. El último gruñido de madre fue un claro: “¡hijo cuídate siempre del hombre!”.
Ese fue el comienzo del fin. Padre, el líder de una de las últimas manadas de lobos, se dejó morir de pena.
Mientras, las cosas cada vez se complicaban más. Los hombres dejaban de pastorear ganado. Lo criaban sí, pero en granjas que eran como fortalezas con monstruosos perros asesinos, antinaturales cancerberos de muerte.
Cada vez construían más vías de trenes y carreteras eliminando nuestros pasos naturales. Muchos de mis parientes murieron aplastados por coches y camiones cuando trataban de pasar para buscar comida o sólo beber.
Se contaban historias repugnantes de lobos asesinos, de lobos como encarnaciones del mal. Se hacían cacerías como deporte para divetimentto de ociosos humanos ricos.
Durante años tuvimos que desaparecer, que escondernos en los lejanos montes de León y de Asturias. Moviéndonos sólo de noche, agazapados entre la maleza, comiendo perdices y conejos con sarna. Tampoco encontrábamos otros clanes con los que aparearnos. Poco a poco, la Gran Manada del Valle de los Lobos se fue extinguiendo. El último Gran Clan agonizaba.
Cuando no quedó ninguno de los míos volví al valle. Hacía años que lobo alguno habitaba estas tierras. La lobera yacía derruida y llena de maleza. Pero en una piedra aún pude percibir el olor de madre...Froté mi pelaje contra la piedra dando mi última caricia y mi adiós a quién más quise.
Bajé hacia el sur, las tierras del sur del Duero no eran lugar para lobos con una guerra declarada a mi especie. A veces me escondía en los montes portugueses que me servían de refugio. Vagué desolado durante meses hasta que en la luna llena de primavera una loba blanca respondió a mis aullidos.
Como yo, era la última de su clan. Como yo llevaba meses de un lado a otro. Como yo, estaba sola.
En pleno cortejo, y con los huesos saliéndose de su bello pelaje, encontró una oveja muerta. No quise comer. Había aprendido a no fiarme de nada que no cazase yo mismo. Le insté a que no lo hiciese pero la necesidad pudo a la razón y devoró la oveja envenenada que cumplió su cometido: acabar con otro lobo más.
Regresé a la soledad con el alma en carne viva de recuerdos y con la vida sin esperanza alguna.
Un día, no muy lejos del valle, tras unas alambradas, vi unos cuantos lobos correteando. La alegría que sentí fue infinita. Les grité, les llamé, les pregunté.
Pero aquellos seres estúpidos sólo reaccionaban con miedo. Durante días me iba haciendo visible e intentaba comunicarme con ellos. Hasta que por fin, el que debía ser más inteligente de la manada, se acercó al alambre y, con unos gruñidos casi incomprensibles, que más parecían lastimosos ladridos, me explicó que estaban en un sitio grande aunque cerrado. Que el hombre de vez en cuando les soltaba ciervos para que se alimentaran. Que tenían de todo siempre que no se reprodujesen demasiado, en ese caso a los que “sobraban” los cazaban, y sobre todo que no tocasen los rebaños que criaban los humanos. Vivían en una reserva que no era más que una prisión con un hueco para ver la luna.
Cuando les hablé de la libertad, cuando les conté el daño que originaba el hombre a los clanes no me entendieron o no quisieron hacerlo.
Mientras mi estómago rugía como un león ellos cazaban ciervos por placer al otro lado de la cerca. Preferí la libertad en soledad comiendo desabridas perdices.
Regresé al valle. Poco a poco fueron llegando manadas de jabalís y grupos de corzos que se escapaban del parque. La comida volvía a ser abundante. No era necesario acercarse al pueblo a pelear por agónicas ovejas de los dos o tres rebaños que aún pastaban entre las casas.
Aunque he de reconocer que de vez en cuando me gusta dejarme ver por alguno de los habitantes del valle, dejar mis huellas cerca del pueblo o poner nerviosos a los mastines del rebaño. Es un juego. Y la reivindicación de mis dominios. Sin manada y hasta mi muerte yo soy el único señor de este valle.
Aunque cada vez lo hago menos. Estoy tan viejo y tan cansado...

La fiesta sigue en la lobera. Las historias dejan paso a los chistes y las anécdotas que provocan la hilaridad de los asistentes. La noche avanza y bajan al pueblo a continuar con la sana alegría en el bar. Las noches de verano de los reencuentros deben ser felices. Cuando la procesión de linternas deja la lobera hacia el pueblo en el valle retumba el formidable aullido de un lobo.
Un aullido que no es de amenaza, ni de rencor, ni de odio.
Sólo de despedida.

En lo alto de la lejana cima de las Piedras Negras el viejo último lobo de su especie clama su último aullido a la luna llena de agosto.





Las lágrimas empapan los rostros de los asistentes a la fiesta.
La procesión baja en silencio.
En silencio baja también el lobo a un aislado rincón a descansar. Para siempre.


El último aullido del lobo resuena en el valle.


 


jueves, 4 de agosto de 2016

CUENTO CHINO BARCELONINO

Deconstrucción Almodovariana. 




Jorge Tricornio quería un niño chino.
La primera vez que había visto una de aquellas viejas huchas de cerámica del Domund lo había decidido. Desde aquella primera vez siempre lo pedía con ahínco como regalo a los Reyes Magos. Pero nunca llegaba. De adulto comprendió la manera de tener un niño chino. Pero no le gustaban las chinas ni fumadas; y menos en los zapatos…
Un día, mientras trabajaba en la gris oficina tuvo una idea…

Al cabo de un tiempo se fue a China. Buscó a unos humildes campesinos de la región interior de Chincholo (que la traducción sonaría como “Chinchorro”) y les cambió a su hijo mayor por una docena de bicicletas Orbea Superstar modelo 73 y por veinte cajas de calamares congelados para que acompañasen el arroz.
Lo primero que hizo fue irse a buscar a un misionero del Domund para que se lo acristianase y le puso de nombre Rodrigo Ramiro.
Para solucionar el problema de sacarlo del país lo travistió de niña, que estas se ve que sobran allí, le vendó los pies, le puso un kimono o algo parecido y le pintó la cara. De esa guisa les dejaron salir.
Al llegar al aeropuerto del Prat de Barcelona vio a dos mujeres de Ciudad Real, con su pañuelo en la cabeza, junto a la cinta de equipajes. Cuando pasó el suyo lo cogió pero ¿cuál sería su sorpresa al volverse y ver que su hijo Rodrigo Ramiro había desaparecido y que su mano agarraba una gran muñeca chochona?.
Como había sido una adopción ilegal, presuntamente como la de varios famosos, no podía denunciarlo y se puso a buscarlo con ahínco.
Las mujeres de Ciudad Real se llevaron a Rodrigo Ramiro a su destartalado piso del Raval de Barcelona. Allí le criaron como a una princesa oriental y a los trece años le pusieron a prostituirse como travestí por el Barrio Chino de Barcelona. Su nombre de guerra era La Chochazo de Las Ramblas, por las considerables medidas de su órgano sexual, no precisamente femenino, bastante excepcionales en alguien su raza.

Rodrigo, al que las de Ciudad Real habían puesto Ruperto, como su padre, DEP, un día vio a una monja con una guitarra cantando “Yo tengo un gozo en el alma” en un banco de la Plaza Real rodeada de inocentes niños y decidió hacerse monja. Con lo que había ahorrado de los últimos clientes se escapó y se fue en autobús a Albacete. Se dirigió al convento de las Hermanas Adoratrices de la Llaga Sangrante del Costado Izquierdo. Le atendió Sor Raimunda, la superiora, a la que todas las hermanas, según decían por acento valenciano, llamaban pronunciando la “S” como Z”…
Zor Raimunda, que era como sonaba, tras ver su barba de tres días e inspeccionarle, no sin deleite, los bajos le aconsejó como más apropiado ir al convento de frailes de la acera de enfrente…a la del su propio convento, se entiende…
Allí, en los Hermanitos Pobres del Niño Jesús Descalzo del Pie Derecho, nuestro amigo fue admitido y empezó a ser feliz. Hasta que llegó el superior que estaba de visita misional por Cuba. Al enjuto Padre Arrobas, que anteriormente había sido expulsado de la Diócesis Castrense de Guadalajara por ponerle una plancha en las nalgas a un soldado mientras le cosía los 21 botones de la sotana, no le gustó nada que Ruperto estuviese allí porque era profundamente racista. Con lo cual le obligaba a los trabajos más duros y siempre le estaba humillando. Ruperto se sacrificaba. Hasta que un día le vio encargar por el Teletienda una  plancha de vapor de último modelo. Temiendo por sus nalgas decidió escapar. Para ello contó con la ayuda la cocinera sordomuda, que era hija de Sor Raimunda (o “ZorRaimunda”, que decían sus monjas) y el Padre Arrobas una noche en que este, volviendo del parque no vio por que acera iba y se equivocó de convento...
Esta cocinera tampoco era sordomuda sino que le habían crecido los dientes en horizontal y no podía hablar bien.
Huyeron del convento y tras robar una cabra de un prado y encontrarse una pandereta de plástico de color verde en el polvo del camino lograron sobrevivir.





Mientras tanto Jorge Tricornio, que no había dejado de buscar a su hijo: por todos los bares y locales de alterne de Malasaña y de Sevilla, había hecho negocios. Montó una inmobiliaria y se dedicó a desalojar a las abuelas de las casas del Raval de Barcelona para hacer lofts de lujo. También vendió los terrenos de un pueblo de Ciudad Real para hacer urbanizaciones con campos de golf.
Jorge, volviendo de uno de sus viajes de negocios, recaló una noche en un club de alterne de Alfajarín, en Zaragoza. Allí vio al chino que lo regentaba. Cuando fue a pagar el chino se fijó en un minúsculo lunar de una mano con seis dedos de aquel cliente. Aquel lunar tan extraño le recordó algo…
A los pocos días se acordó: muchos años atrás, siendo un niño, alguien con ese lunar en una mano de seis dedos le dio a sus padres una docena de bicicletas Orbea Superstar modelo 73 y veinte cajas de calamares congelados y se lo llevó a Barcelona. Rodrigo, que seguía llamándose Ruperto Retuerta, siguió el rastro de la tarjeta de crédito de Jorge y pocos días más tarde lo encontró en el lecho de muerte, agonizando. Poco antes de expirar se contaron todo lo vivido y se dijeron lo mucho que se querían.
Rodrigo, ya con su verdadero nombre, fue el heredero de una boyante empresa. En su loft del La Rambla del Raval puso a trabajar fregando el suelo de rodillas a dos ancianas de Ciudad Real con pañuelo. Y en su chalet del pueblo puso a cortar el césped del campo del golf con cortaúñas a un ex fraile al que habían echado del convento por quemar con una plancha las nalgas de otro mientras se ataba la sandalia.

Pero nunca supo porqué narices tuvieron que sacarle de China con lo que le gustaba el arroz…




lunes, 1 de agosto de 2016

EL NIÑO Y EL JUEZ

Diálogo entre un niño y su juez.



               -¿Cómo se declara el acusado?
       -  Buaaaaaaaaaaa...Sif, sif, sif...buaaaaaaa...
       - He preguntado que ¿cómo se declara el acusado?
       - Sif, sif, sif...sif.
       - Vamos a ver hijo: ¿lo hiciste o no lo hiciste?
       - Sif, sif ¡Yo quiero ir con mi mamá!
       - E irás con tu madre, pero primero debes decirme si fuiste tú quién lo hizo o no.
       - Es que...- Silencio-
       - Estoy esperando.
       -Es que...- Otro rato de silencio-
       -Tengo todo el tiempo del mundo, hijo. Si me dices si fuiste tú no te va a pasar nada...que no deba pasarte. Si no me dices nada vamos a quedarnos aquí para siempre.
       -Tengo pis.
       - Dímelo.
       - Tengo hambre.
       - Tú mismo.
       - Quiero que me traigan mi osito de dormir.
       - Y te lo traerán cuando me lo digas.
       - Es que...
       - Es que...¿QUÉ?
       - Es que yo no quería.
       -Vale, eso ya lo sé. Sólo ha sido un accidente. Pero: ¿lo hiciste o no lo hiciste?
       -Está bien. Pero yo no quería abrir la puerta de su casa con mi ganzúa. Tampoco quería rajar con un machete el original de Matisse que tapaba la caja fuerte, ni volar esta con dos kilos de TNT para llevarme sus lingotes de oro. Jooo, es que yo no quería colgar a su perro con un cable de alta tensión que arranqué del jardín y que luego tiré a la piscina en la que se estaban bañando sus hijos con la nani.
Tengo pis y quiero mi osito.
Ni tampoco quería robar las joyas de su mujer, ni pegarle dos tiros en el pecho con una recortada de 20 milímetros cuando me pilló. Y sobre todo, sobre todo, lo que no quería era poner cianuro en todos los botes de café que había en la casa.
Es que. Es que. Es que...
Es que había visto un capítulo de CSI y ahora tengo pis y quiero ver a mi mamá...buaaaaa...
        -Aggggg.- Se agarra el cuello y el vientre- Agggg...sólo quería saber si habías sido tú quien rompió el cristal de la biblioteca de un balonazo. Aggggg...